tag:blogger.com,1999:blog-81695860799421322652024-03-19T05:39:47.579-07:00Sangre caliente en el tintero.Sangre en el tinterohttp://www.blogger.com/profile/09941903047670846134noreply@blogger.comBlogger12125tag:blogger.com,1999:blog-8169586079942132265.post-40212688151293002242013-10-24T10:50:00.000-07:002013-10-24T10:50:21.197-07:00Capitulo 12. <div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Seguía el ritmo de la lluvia sobre el asfalto con su tacón derecho.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Golpeteos vacíos. Fríos.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Entre el vaho que salía de entre sus labios carmín veía a aquel hombre gris, apagado pero con una pequeña llama dentro; muy dentro, sí; pero viva. Sabía que si seguía alimentándola, podría revivirlo.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Por un instante, por una maldita milésima de segundo, sintió dolor por haberle arrebatado a aquel hombre gris lo único que le daba color. Pero se le pasó en cuando éste puso sobre la mesa, entre tazas de café humeante, una carpeta gris. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Un expediente aún abierto.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En el instante en el que Douglas abría la carpeta, a Violet le sonaba el móvil.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">—</span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Hace años que no me llamas y me tienes que llamar en el momento más inoportuno </span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">—</span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">dijo ella a modo de saludo. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">—</span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Deja de vigilar a la autoridad y dedícate a limpiar la sangre que has dejado aquí. </span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">—</span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Una melíflua voz la llevaba al pasado, llenándole la espalda de escalofríos.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">—</span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Estoy ocupada </span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">—d</span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">ijo, tajante. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">—</span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Ven al piso franco mañana a las doce del mediodía. Trae cervezas, retomemos viejas costumbres. </span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">—</span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">La dejaron con la palabra en la boca y a Douglas a escasos metros de ellas. Se desbloqueó, esperó a que se alejaran otro par de metros y los siguió. En su cabeza intentaba trazar, paralelamente, un asesinato. Entre cervezas y a plena luz del sol. </span></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span>
<br />
<div style="text-align: right;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><a href="http://www.atipicaextravagancia.blogspot.com/" target="_blank">Sab.</a></span></div>
Sangre en el tinterohttp://www.blogger.com/profile/09941903047670846134noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8169586079942132265.post-28992380598244757662013-10-17T02:19:00.001-07:002013-10-17T02:21:46.427-07:00Capítulo 11.<div style="text-align: justify;">
Cruje el sobre color café bajo sus pies. Y sus ojos vislumbran esa <b><span style="color: #990000;">V</span></b> que no le deja indiferente. Es esa misma <b><span style="color: #990000;">V</span></b> que ya ha visto antes. Esa<b><span style="color: #990000;"> V</span></b> que desearía no haber identificado nunca. Todavía parado frente a la puerta de su apartamento, abre el sobre con cautela.</div>
<div style="text-align: justify;">
<div>
<br /></div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
No necesita reflexionar al respecto. Está ansioso. Terriblemente ansioso por descubrir el contenido, y ya le basta con controlar esa emoción, enferma emoción. Un mero suspiro le ayuda a recuperar la calma, un mero y profundo suspiro justo antes de extraer una pequeña tarjeta del sobre. <i>"Tu pasado se te viene encima, agente Patterson"</i>. Observa la caligrafía, una preciosa cursiva estirada y llena de secretos en cada curvatura que la pluma había dibujado tan sólo unas horas antes de que ese breve mensaje fuera entregado. Pero había algo más en el sobre.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<i>"¿<a href="http://sangrecalienteeneltintero.blogspot.com.es/p/steve-stewart.html" target="_blank">Steve</a>?"</i>, pregunta al auricular, recordando a<a href="http://sangrecalienteeneltintero.blogspot.com.es/p/edmond-hart.html" target="_blank"> Edmond</a> pedirle que no se involucrara tanto en esto, echándole el sermón de que iba a acabar perdiendo la cabeza.</div>
<div style="text-align: justify;">
<i>"¿Es usted, agente Patterson?"</i>, suena su voz despierta, posiblemente tras un par de cafés, al otro lado del aparato.</div>
<div style="text-align: justify;">
<i>"Sí, escucha... Necesito tu ayuda con algo. ¿Podemos vernos fuera de la oficina?"</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Steve escucha aturdido por la insólita situación. El agente Patterson nunca le había llamado antes, ni siquiera para nada profesional. ¿Por qué le llamaba ahora? ¿Qué debía ser eso que él podía hacer por un hombre como Douglas, al que todo el mundo respetaba, el independiente, misterioso y autosuficiente célebre agente?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<i>"Claro. ¿Le parece encontrarnos en la cafetería de Margaret en un cuarto de hora?"</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<i>"Voy para allá"</i>, y cuelga sin decir nada más, sosteniendo todavía en sus manos esa tarjeta firmada con la <b><span style="color: #990000;">V</span></b>. Ya no era una<b><span style="color: #990000;"> V</span></b> cualquiera. Era la <b><span style="color: #990000;">V</span></b>, la <span style="color: #990000;"><b>V</b></span> de <a href="http://sangrecalienteeneltintero.blogspot.com.es/p/grace-luckman.html" target="_blank">Grace</a>, la <span style="color: #990000;"><b>V</b></span> del último caso... ¿<strike>Qué</strike>Quién se escondía tras esa <b><span style="color: #990000;">V</span></b> escrita con sangre?</div>
<br />
<div style="text-align: right;">
<a href="http://imaginaydesea.blogspot.com.es/" target="_blank">Yaiza.</a></div>
Sangre en el tinterohttp://www.blogger.com/profile/09941903047670846134noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8169586079942132265.post-6022754118414610462013-10-10T12:48:00.002-07:002013-10-10T12:48:32.458-07:00Capítulo 10.<div style="text-align: justify;">
Apoyada sobre el hombro derecho, dando pequeñas caladas al cigarro con la mano izquierda, esperaba, paciente como siempre; mirando fijamente el pomo de la puerta. Esperaba ese ligero movimiento que desencadenase el caos que había estado planificando todo el fin de semana.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sabía que Douglas saldría de casa a las 8:30. Como todos los lunes, hoy no le corría prisa. Contaban con el a las 9:00 en la comisaría.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Desvió por un segundo la mirada hacia el felpudo, recordando que tenía que hacer algo más a parte de convertirse en la sombra del detective. Sacó un sobre doblado del bolsillo de su<i> parka</i> y lo metió debajo del felpudo. Con la<b><span style="color: #660000;"> </span><span style="color: #990000;">V</span></b> roja hacia arriba. Aquella letra estaba escrita con sangre.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sabía lo que eso desencadenaría en el detective. Investigaciones, pruebas, rastreos. Por eso, aquella letra, aquella <b><span style="color: #990000;">V</span></b>, aquella inicial; aquella chispa que sería el principio de un gran incendio, estaba escrita con una sangre especial. Una sangre que haría que Douglas removiese cielo y tierra para encontrar las venas surtidoras.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En el momento exacto, la puerta se abrió. No se dio cuenta de que bajo sus pies había un sobre hasta que, al introducir la llave en la cerradura bajó la mirada y lo vio allí. Se agachó a recogerlo mientras Violet disfrutaba viendo como en sus ojos se encendían miles de sentimientos a la vez.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Iba a ser un día largo para ella. Tendría que ser la sombra de un detective muy, pero que muy cabreado y emocionado.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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<a href="http://atipicaextravagancia.blogspot.com.es/" target="_blank">Sab.</a></div>
Sangre en el tinterohttp://www.blogger.com/profile/09941903047670846134noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8169586079942132265.post-63964216204486322342013-09-12T10:53:00.000-07:002013-09-19T12:12:40.756-07:00Capítulo 9.<div style="text-align: justify;">
Se escucha el despertador en la habitación, sonando irritantemente, cada vez más alto. Pero Douglas lo ignora por completo. Por el suelo se extienden decenas de papeles que estudia con minuciosidad. Los primeros rayos de sol del día serpentean entre los edificios y consiguen bañar parte del viejo apartamento en el que parece haber instalado la sede de los recuerdos que nunca dejará morir. Yace inmóvil sobre el sofá con la camisa sobre el reposabrazos y una última taza de café inacabada junto a él.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sus ojos se abren de golpe cuando escucha el timbre.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—He venido en cuanto he leído el mensaje. ¿Qué ocurre?</div>
<div style="text-align: justify;">
—Tenemos que hablar.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Edmond asiente resignado, como si su conciencia le suplicara que se negara a la petición, pero sabía a qué se atenía una vez le proporcionó aquellos documentos confidenciales. No había marcha atrás. Accede al apartamento con paso pausado. El sonido de sus preciosos zapatos caros resuena en las antiguas tablas de madera cuyo barniz desgastado filtra los restos de una vida alcohólica y solitaria.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—Dios mío, Doug, ¿has dormido?</div>
<div style="text-align: justify;">
—¡Claro que he dormido!</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Edmond mira receloso al que un día fue su maestro, y pasea su mirada por el caos que las fotografías, los informes y la ropa sucia de Douglas desprenden. Él, mientras tanto, deambula por todo el salón en busca de algo concreto. Edmond mira el reloj.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—Doug, es tarde. Vete a la ducha y te acerco a la oficina.</div>
<div style="text-align: justify;">
—No, no. Tenemos tiempo. Anoche leí algo que tienes que ver, es importan...</div>
<div style="text-align: justify;">
—¡Douglas! —le interrumpe.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Douglas se detiene, le dedica una mirada fría, casi herida, penetrante.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—No te di los informes para que perdieras la cabeza -recoge del suelo la botella de whiskey, ahora vacía-. Me dijiste que lo habías dejado.</div>
<div style="text-align: justify;">
—Nunca lo dejé -responde calmado, sincero.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Edmond aprieta los labios, deja caer su mirada, decepcionado, hacia el suelo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—Vete a la ducha, Doug. No vamos a hablar de Grace ahora, ¿vale? Tienes un caso abierto, te lo recuerdo.</div>
<div style="text-align: justify;">
—Sí... Quizá tengas razón. Grace seguirá muerta cuando resolvamos el puto caso del agente inmobiliario...</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sus palabras son duras. Duras consigo mismo. Duras con Edmond. Desaparece en dirección al cuarto de baño, abandonando a su fiel discípulo en el epicentro de su locura, rodeado de todos sus tormentos. Suspira. Suspira profundo, y todavía con la botella de whiskey en su mano, se deja caer sobre el sofá sin quitarse siquiera la elegante gabardina que cubre ese caro traje, quizá mucho más caro que el sofá en sí.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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<a href="http://imaginaydesea.blogspot.com.es/" target="_blank">Yaiza.</a></div>
Sangre en el tinterohttp://www.blogger.com/profile/09941903047670846134noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8169586079942132265.post-60275149197164963522013-09-12T09:47:00.001-07:002013-09-12T09:47:55.445-07:00Capítulo 8.<div style="text-align: justify;">
Sentía los murmullos de la gente incluso antes de sentarse frente a él.</div>
<div style="text-align: justify;">
Estaba ahí, a escasos 5 metros de ella. De espaldas. Sentado recto, con las rastas recogidas y la mirada perdida por aquella gran avenida. Su favorita. Sabía cómo acabarían.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—Pensé que me llamaste solo para torturarme.—Dijo él sin a penas moverse. Tenía el oído exquisito. Envidiable. En sus palabras se notaba el odio que sentía hacia el asfalto. Hacia aquella gran ciudad.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—Lo siento, aquí existe el tráfico. Cosa que en Las Islas no hay, supongo. Hace años que no voy a sonsacarte un par de cafés.- Respondió ella mientras se acercaba y se sentaba justo enfrente de él.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Seguía teniendo aquella mirada tan penetrante como el frío que transmitía el azul hielo de sus ojos. Ese hielo ártico. Que hiela hasta el aire.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—¿A qué se debe tu mensaje? Me dejaste intrigado, si te soy sincero, hacía mucho tiempo que no escuchaba tu voz. Ni mucho menos el nombre de Sean de tu propia voz.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—¿Seguís sin hablaros?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—¿Tú qué crees?-Dijo justo antes de llevarse al paladar un sorbo de aquel café solo con hielo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—A él no le importaría que revivieseis vuestra relación, al fin y al cabo...</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—Cállate, no me habéis llamado para hablar de familia ni de relaciones muertas. Queréis armas, ¿verdad? Armas sin identificación. Que no se puedan rastrear. Así que, queréis un asesinato fantasma. De esos que lleváis a cabo, revolucionáis a todos los medios de comunicación y nadie es capaz de descubrir quién ha sido. Porque lo hacéis tan bien, en su mayor parte gracias a las armas que os puedo pasar, que nadie es capaz de seguiros el rastro. —Le respondió mientras se levantaba, dejaba un billete de cinco euros sobre la mesa y se alejaba, sabiendo que Violet le seguiría.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Horas después, entre gemidos de placer, golpes del cabecero de la cama sobre la roja pared de la habitación alquilada de Violet, él le susurro al oído "admítelo, me necesitas para ser tan buena", le puso las pulsaciones a mil. Y se lo dejó claro clavándole las uñas todavía más fuerte en su espalda.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—Sí, necesito tus armas para ser una asesina en serie tan buena. —Dijo al cabo de una hora, en la cama, desnuda, entre caladas y con los ojos azules de Akil clavados en sus labios.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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<a href="http://atipicaextravagancia.blogspot.com.es/" target="_blank">Sab.</a></div>
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Gira la llave con torpeza. Más torpeza aún que la utilizada en introducir ésta en la cerradura. La puerta se abre sin rechistar. Ni siquiera un crujir de las láminas de vieja madera que cubren el suelo de una manera un tanto irregular alertan a sus pensamientos, que están en otra parte. Muy lejos de allí, de su viejo apartamento, incluso de sus días. Sus solitarios y vacíos días.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sus pasos parecen los de un inexperto infante que va en busca de algo a lo que atenerse con fuerza, aferrarse para no caer al abismo. Una metáfora no tan metafórica. Bajo su brazo, sujeta una carpeta, esa carpeta negra que a ojos de cualquiera sería todo un misterio. Todos sus movimientos son realizados con lentitud, incluso su caída hacia el sofá resulta pausada. La carpeta cae al suelo. Él cae al abismo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Una botella de whiskey barato le espera bajo el sofá. Está empezada, y el cristal de sus esquinas se encuentra picado. Se cayó el otro día, cuando también iba borracho. La recoge y, por un momento, se plantea levantarse a por un vaso en el que verter el whiskey y poder mezclarlo así con un par de cubitos de hielo en los que se hayan congelado sus angustias. Pero resulta demasiado para un tipo que, de su día, sólo recuerda el dejar la oficina y meterse en el bar. Da un largo trago directamente desde la botella.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—¡Joder! -grita con fuerza.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y se desgarra la garganta mientras escupe ese líquido que parece acabar con sus entrañas. Rápidamente, se preocupa de que la carpeta siga limpia, intacta, sana y salva. Y la mira detenidamente durante unos segundos, mientras un huracán de pensamientos azota su subconsciente.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—Qué gilipollas soy, mierda...</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Se levanta sintiéndose pesado, se frota la cara. La piel de su rostro comienza a estar flácida, y es que los años no perdonan. ¿Cómo van los años a perdonar que él siga su vida sin ella? Se descalza en un gesto ágil. Probablemente lo más ágil que haya hecho en todo el día. Y, como continuación, se deshace de su chaqueta, de su corbata e incluso se desabrocha la camisa. Se dirige a la cocina, son tan sólo unos metros los que le separan de una buena cafetera, no como las que el FBI les proporciona en el área de descanso. Y mientras escucha el café hacerse, gota a gota, mientras huele cada grano del más puro café arábigo, se siente como un fracasado y un traidor. Un fracasado en la vida. Un traidor a sus prioridades.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Café en mano, sus pies descalzos disfrutan sintiendo la beta de la madera en su piel. Un trago, su cerebro lo agradece al instante. Y tras recoger la carpeta, se sienta en una pequeña mesa con un flexo de escasa potencia como única iluminación. La ventana está abierta, afuera comienza a llover y el viento que entra ayuda a que Douglas, por fin, se concentre en lo que de verdad le importa: Grace.<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
<a href="http://imaginaydesea.blogspot.com.es/" target="_blank">Yaiza.</a></div>
</div>
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Se paró. Se desabrochó los tacones y disfrutó de volver a sentir la arena de aquella paradisíaca playa entre los dedos de sus pies. Suave, casi acariciándola. Jugando con el rojo fuego de su pinta uñas. Y de lejos lo vio. Con su mirada perdida en el horizonte. Su cuerpo encorvado sobre la arena. Y la brisa salada acariciando sus rastas. Viejas, pero cuidadas rastas.</div>
<div style="text-align: justify;">
Se sentó a su lado, despacio. A propósito para no romper aquella templanza entre sus pensamientos y el mar. La naturaleza.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—Ya estoy aquí, dime, qué quieres.— le dijo mientras dejaba el bolso, la chaqueta de punto y los tacones en la arena, a su lado.</div>
<div style="text-align: justify;">
—Sabrá que has sido tú.</div>
<div style="text-align: justify;">
—¿Y qué?</div>
<div style="text-align: justify;">
—Es un hombre destrozado, pero es un buen policía. Y tú con esa manía tuya de escribir siempre una V.</div>
<div style="text-align: justify;">
—<i>Costumbres, ritos y educación, respeto ante la muerte sobretodo.</i> Tú me lo enseñaste.</div>
<div style="text-align: justify;">
—¡Pero no de esta manera, maldita sea! —Por una vez, Violet se asustó. En su interior algo se estremeció. Era la primera vez en muchisímos años que Sean se enfadaba. O se alteraba. Quizás no estuviera enfadado, sino molesto.</div>
<div style="text-align: justify;">
—¿Qué te pasa? He arrebatado muchas vidas y nunca te has puesto así, ni siquiera cuando maté a aquella Barbie de asfalto; no te importó que fuera la mujer de un policía. Vamos, dime qué te pasa por la cabeza. —La miró a los ojos, profundizando en ella. Queriendo rozarle el alma, queriendo clavarle la mirada en los ojos, tanto como en el corazón. Y casi sin voz, le dijo:</div>
<div style="text-align: justify;">
—Eres mi pupila en esto, eres como la hija que nunca tuve.</div>
<div style="text-align: justify;">
—No va a pasar nada.— le dijo ella, queriendo tranquilizarle, o convencerle o lo que quiera que hiciera falta. Pero sabía que por su cabeza pasaba algo.</div>
<div style="text-align: justify;">
—Tal vez debamos llamar a Akil.</div>
<div style="text-align: justify;">
—¿Qué estás pensando?— cuando Sean quería ponerse en contacto con ese muchacho enclenque y maleducado, como tantas veces le describió, era porque quería armas. Armas sin registrar. Armas que nadie pueda rastrear. Quería un asesinato fantasma.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<div style="text-align: right;">
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Ya en la absoluta soledad de la única compañía de su respiración, Douglas se permitió a sí mismo relajarse por un instante, quizá la primera vez en muchos años, siempre y cuando descartemos todas esas borracheras de copas más llenas de angustia que de whiskey, que desde hacía ya tiempo se habían convertido en sus compañeras nocturnas, mucho más puntuales que cualquier otra mujer.<br />
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
Se encerró en uno de los diminutos cubículos del servicio de la oficina, sin saber cuánto tiempo le iba a llevar recomponerse de lo que estaba por ver. Al menos, esperaba que nadie entrara gritando su nombre con una urgente consulta sobre unas nuevas pistas o cualquier avance. Por primera vez, deseó que el caso transcurriera con lentitud, y la consciencia de ese deseo le hizo sentirse egoísta. Pero, ¿acaso eso le importaba? En esos momentos, desde luego que no.<br />
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
Un largo suspiro. Ese largo suspiro previo a lo que podría llamarse un suicidio. El aire del servicio resultó insuficiente para reunir las fuerzas que le hubiesen gustado para sentirse seguro sobre sus movimientos... Pero qué más daba, si llevaba ocho años viviendo ya sin fuerzas, tampoco esperaba encontrarlas ahora. Así que abrió la carpeta, y topó de nuevo con la nota de Edmond. Susurró un "gracias" sincero y profundo para sí, justo antes de abrir la carpeta definitiva.<br />
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
De repente, todo se le quedó pequeño. La corbata le asfixiaba, le faltaba el aire, las paredes estaban por precipitarse sobre su cabeza... Incluso el mundo parecía haber encogido inesperadamente. Todo menos los archivos, que se erigían ante sus ojos enrojecidos de dolor cada vez más grandes. Una imagen. Tan sólo una imagen La melena de Grace, completamente ensangrentada. Su cuerpo pálido, más blanco, más rígido, yacía sin vida tal y como recordaba aquella noche, sobre ese mismo suelo en el que la había hallado hacía ocho años. ¿Ocho años ya? De repente, le parecieron demasiados, porque se sentía allí, era como si el tiempo se hubiese congelado en aquella misma noche, como si el alcohol ni siquiera hubiese intentado desinfectar todas y cada una de sus heridas, todas y cada una de sus lágrimas, de sus gritos, de sus puñetazos...</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span>
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span>
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<i>Se sorprendió con la inconfundible sensación de la mano de Edmond sobre su hombro, siempre cálida, mucho más que esa inútil manta térmica de la que se había deshecho en el mismo instante en el que un amable médico le dijo "Está en shock, Patterson, tápese, todo irá bien". Vaya mentiras que se dicen en esos momentos.</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<i>Edmond quiso preguntar, pero ¿de qué habría servido? Si su camisa, antes blanca, ahora roja, hablaba por sí sola. Sus ojos gritaban por dentro. Sus manos escapaban a su control. Sus labios apretados</i><i>, que sin decir nada, lo decían todo.</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><span style="font-size: xx-small;"><br /></span></i></div>
<div style="text-align: justify;">
<i>—Sólo salí a comprar algo para cenar... —musitó Douglas con la mirada perdida en el cordón policial, tras el cual su vida parecía haberse quedado paralizada, muriendo poco a poco a la vez que el último aliento de Grace se alejaba cada vez más de él— No entiendo nada.</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<i>—Doug...</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><span style="font-size: xx-small;"><br /></span></i></div>
<div style="text-align: justify;">
<i>Douglas alzó la mirada, todavía desde la ambulancia, hasta los oscuros e inexpresivos ojos de Edmond. Pero un nudo se apoderó de su garganta, y tan sólo encontró fuerzas para sentarse junto a él y decir:</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><span style="font-size: xx-small;"><br /></span></i></div>
<div style="text-align: justify;">
<i>—Puedes quedarte en mi casa el tiempo que quieras. A los dos nos han desplazado del caso, como comprenderás...</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><span style="font-size: xx-small;"><br /></span></i></div>
<div style="text-align: justify;">
<i>Douglas no dijo nada. No hizo nada. Fingió no sentir nada, mientras por dentro le ardía cada palabra, le ardía cada bombeo de su corazón, soñando ya con la venganza... O mucho mejor, soñando con despertarse junto a ella una mañana más, y pedirle nada más abriera los ojos que prometiera no abandonarle jamás...</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><span style="font-size: xx-small;"><br /></span></i>
<i><span style="font-size: xx-small;"><br /></span></i>
<i><span style="font-size: xx-small;"><br /></span></i></div>
<div style="text-align: justify;">
Y ahí estaba, esa V... Esa V que no era nueva para él. Esa V sobre su cuello, una V de sangre, otra V más. Salió del servicio con energía, mientras una lágrima se evaporaba de su mejilla sin ayuda alguna, como si una inyección de adrenalina le hubiese sido inyectada.</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
—La V, la V de la víctima no es de Venganza —dijo con voz firme, sin que sus miedos temblaran sobre sus cuerdas vocales.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: right;">
<a href="http://imaginaydesea.blogspot.com.es/" target="_blank">Yaiza.</a></div>
Sangre en el tinterohttp://www.blogger.com/profile/09941903047670846134noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8169586079942132265.post-71967181607802661442013-08-15T05:55:00.000-07:002013-08-15T11:03:10.294-07:00Capítulo 4. <div style="text-align: justify;">
Dejaba que sus pupilas se perdieran, protegidas por aquellas largas y azabache pestañas, entre las gotas de agua que resbalaban por fuera del vaso. El estridente sonido del tono de llamada de su móvil desde el bolso tan sólo provocó en ella el indetectable desplazamiento de su mirada a penas unos centímetros. 3 tonos. Y cortaron.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
"Que llamen en otro momento" pensó.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Volvió a situarse en la misma gota de agua. Y 2 tonos. Esta vez esperaba otro más. Sabía que si se cumplía, si el siguiente era solo un tono, se vería obligada moralmente a contestar. 1 tono.</div>
<div style="text-align: justify;">
Desenrredó sus dedos de entre la fina tela del vestido negro que se ceñia a su voluptuoso cuerpo. </div>
<div style="text-align: justify;">
Sacó el móvil del bolso y devolvió la última llamada.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—Qué.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—Tenemos que hablar— le dijo una voz grave pero suave a la vez al otro lado de la línea.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—Cuándo y dónde.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—Aquí, ahora. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—Sean, estoy a unos cuantos charcos de ti, no puede ser ahora; así que dime qué quieres. Sabes que este teléfono no está pinchado. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—Eso es lo que crees. Mañana coge un vuelo, el primero que salga hacia aquí. Es importante. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—No. Estoy ocupada aquí.— Sean sabía que cuando Violet decía un "no" rotundo era porque era así, al igual que si decía que estaba ocupada. Decidió arriesgarse y no insistir más. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—Acaban de abrir un caso en la comisaria más cercana a ti en estos momentos. Y no sé por qué me da que eres tú la responsable de ello.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—Puede.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—Ándate con ojo. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—¿Quién se hace cargo del caso?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—Un tal Douglas. Douglas B. Patterson.— Violet se quedó pensativa unos segundos, suficientes como para hacer entrar en duda a Sean.— ¿Te suena de algo?</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—No, creo que no...— el tono de inseguridad nunca acompañaba a las palabras de esa mujer, por ello Sean decidió despedirse y dejarla a solas con sus cavilaciones. Estaba claro que aquel nombre había revuelto algo dentro de Violet. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<div style="text-align: right;">
<a href="http://atipicaextravagancia.blogspot.com/" target="_blank"><span style="color: black;"><em>Sab</em></span></a><span style="color: black;"><em>.</em></span></div>
Sangre en el tinterohttp://www.blogger.com/profile/09941903047670846134noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8169586079942132265.post-83176954140924020942013-08-08T00:59:00.000-07:002013-08-08T00:59:43.787-07:00Capítulo 3.<div style="text-align: justify;">
El olor a café caliente humeaba desde la taza desechable hasta sus fosas nasales, transmitiéndole esa extraña sensación de estar como en casa nada más cruzar el umbral de la oficina. Sus compañeros se movían ajetreados, un murmullo general le arropaba, a él y a sus profundas ojeras. Pero las disimula con semblante rígido y serio, ese que tanto respeto infunde. Steve se acercó con su habitual entusiasmo. Todavía no había llegado a su mesa y ya estaba arrepintiéndose de todo lo que bebió la noche anterior. Le entregó una carpeta, el nuevo caso.</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
—¿Qué sabemos? —preguntó automáticamente.</div>
<div style="text-align: justify;">
—Varón blanco, treinta y pico. Herida de arma de fuego en la nuca. Tenía una inmobiliaria, los empleados dicen que acostumbraba a tomarse días libres. Tiene mujer y dos hijos, no se explican lo ocurrido.</div>
<div style="text-align: justify;">
—¿Algún móvil?</div>
<div style="text-align: justify;">
—Yo diría que se trata de venganza, señor. El asesino dibujó una <b>V</b> junto al orificio de la bala.</div>
<div style="text-align: justify;">
—¿Con la propia sangre? —Steve asintió— Sangre fría...</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
Sentándose por fin en su silla, abrió el fichero y comenzó a observar las fotos y los informes.</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
—Hay cierta premeditación en todo esto. ¿Algún enemigo?</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
Steve se pensó la respuesta un instante, perdiendo su mirada en los recuerdos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
—Lo único que he podido averiguar es que no era precisamente un tipo amable. Sus empleadas dijeron que era grosero y obsceno. Resultaba desagradable, era un poco autoritario. Aunque la familia no comparte las opiniones.</div>
<div style="text-align: justify;">
—¿Y sus amigos? ¿A qué lado de su doble vida pertenecían? —Steve se encogió de hombros, no sabía nada al respecto de sus amigos— Está bien... ¿Qué piensa su mujer de que la engañara?</div>
<div style="text-align: justify;">
—¿Qué?</div>
<div style="text-align: justify;">
—Oh, vamos, Steve, ¿en serio? Mira el escenario del crimen. Está en perfecto estado, había quedado con una mujer: el cadáver no lleva la alianza. Aquí dice que la encontraron en uno de los cajones... Su esposa había ido a pasar unos días a casa de su hermana, y supongo que los niños estarían en alguna actividad extraescolar. ¡Vaya! Ella ha sido fichada por conducir bebida... Me fascinan estas familias de la clase acomodada, que se esfuerzan tanto por ocultar sus problemas.</div>
<div style="text-align: justify;">
—¿De qué hablas?</div>
<div style="text-align: justify;">
—Nada, nada —Douglas dejó escapar una leve sonrisa, continuó leyendo—. Seguro que su matrimonio estaba acabado desde hace mucho, y apuesto a que ella es bebedora habitual. Averigua si ha estado alguna vez en alcohólicos anónimos, o todo lo relativo a esa posible adicción. Creo que podremos utilizarlo para que la familia colabore.</div>
<div style="text-align: justify;">
—¿Cómo?</div>
<div style="text-align: justify;">
—Si conseguimos que la mujer se desmorone, se desmoronarán sus mentiras. Nos ocultan algo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
Steve permaneció inmóvil frente a Douglas, que con un leve gesto de su mentón y sus cejas, provoca en el joven aprendiz una rápida reacción, esfumándose con el objetivo de cumplir las nuevas órdenes. Douglas se disponía, entonces, a estudiar con más atención el informe que Steve le había entregado cuando advirtió algo fuera de lugar. Una carpeta de color negro, no era como las que utilizan en la oficina. No consiguió reconocerla, por lo que se dio la vuelta y alzando la voz, preguntó a quién pertenecía. Nadie sabía nada.</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
—Patterson, un tío de los de arriba. Preguntó por usted a primera hora, me pareció que llevaba una carpeta similar y...</div>
<div style="text-align: justify;">
—Gracias, muchas gracias.</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
Douglas finalizó la conversación con aspereza, apartando la mirada en cuanto obtuvo la información crucial. No quiere perder el tiempo. Abrió la carpeta con preocupación, y comprobó que en su interior había otra carpeta del mismo tipo de las utilizadas por el FBI hacía ya algunos años. Había un post-it adherido a la superficie.</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<i>"No sé muy bien por qué lo he hecho, pero aquí lo tienes. Utilízalo bien y no hagas el gilipollas. E."</i></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
Tragó saliva, sujetó la carpeta. Como si alguien se la fuese a quitar. La sujetó con fuerza contra su pecho. Y ahogó lo que era un profundo suspiro, cercano a un sollozo. De repente, le invadió el temor de que no pudiera con todo aquello.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: right;">
<a href="http://imaginaydesea.blogspot.com.es/">Yaiza.</a></div>
Sangre en el tinterohttp://www.blogger.com/profile/09941903047670846134noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-8169586079942132265.post-56604457516310755592013-08-01T04:54:00.000-07:002013-08-01T04:54:27.772-07:00Capítulo 2.<div style="text-align: justify;">
Caminaba despacio por las calles de aquella asquerosa ciudad. Caras maquilladas. Pelos engominados. Peluquerías a rebosar. Perfumes en el cuello y en la muñecas. Habitantes de una misma ciudad pero entre ellos nada les une. </div>
<div style="text-align: justify;">
Y ella, con su vaqueros oscuros, su camiseta floja que le tapa hasta los muslos y sus viejas y gastadas zapatillas; con pequeñas manchas sabor óxido.</div>
<div style="text-align: justify;">
Pasó por delante de una terraza donde dos hombres sin afeitar, con chalecos negros y ojos grises reían entre vasos de cervezas y cigarros a medio acabar. </div>
<div style="text-align: justify;">
—Buenas tetas, lástima que haga falta grasa en el resto para que salgan tan hermosas. —dijo uno de ellos, introducción a unas carcajadas sonoras y roncas. Violet se giró. Sabía que iba por ella. Siempre iba por ella.</div>
<div style="text-align: justify;">
Se acercó al hombre que pronunció aquel pésimo chiste. Se frenó justo enfrente de él. Con esas "buenas tetas" a la altura de sus ojos. Éste se incorporó en la silla, para disfrutar un poco más de la situación. Ella puso en su cara esa media sonrisa que precedía a todos sus disparos y, cogiéndole las manos y poniéndole cada una de ellas en sus pechos, le dijo:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—Buenas tetas, ¿verdad? Lástima que el resto del cuerpo esté tan lleno de grasa y te quite las ganas del polvo. —dio un paso hacia atrás, lo suficientemente corto como para dejar en manos del desconocido la decisión de si mover sus asquerosas pezuñas y seguir rozando sus pezones o volver a ponerlas sobre el vaso de cerveza.</div>
<div style="text-align: justify;">
Eligió la primera opción. </div>
<div style="text-align: justify;">
—Vamos, nena, no te pongas así. Si tanta ilusión te hace nos vamos a mi apartamento y disfrutamos un rato. Pero ya sabes como va esto; luego si te veo, no me acuerdo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Horas más tarde lo único que separaba sus cuerpos era una vieja y roída sábana beige. </div>
<div style="text-align: justify;">
—Lo haces bien, lástima que no tengas mejor cuerpo. —dijo mientras se encendía un cigarro. El tercero.</div>
<div style="text-align: justify;">
Violet se incorporó de la cama; envolvió su cuerpo en la sábana y se acercó por detrás a él.</div>
<div style="text-align: justify;">
—Lástima, lástima, lástima... ¿Sabes? Aquí lo único que no me da lástima eres tú. —le susurró al oído; después, con la sangre a la misma temperatura que el acero, puso el arma sobre su cervical. La c4. Su favorita. Y disparó. </div>
<div style="text-align: justify;">
Una V al lado de la entrada de la bala con la propia sangre del aquel cadáver. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
—Douglas, buenos días; espero que tu día libre te haya sentado bien. Tenemos un caso para ti. —se escuchó en la oficina nada más entrar Douglas por la puerta. <br />
<br />
<div style="text-align: right;">
<span style="color: black;"><a href="http://atipicaextravagancia.blogspot.com.es/">Sab.</a></span></div>
</div>
Sangre en el tinterohttp://www.blogger.com/profile/09941903047670846134noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8169586079942132265.post-49813566012048668332013-07-25T03:54:00.000-07:002013-07-25T03:54:43.890-07:00Capítulo 1.<div style="text-align: justify;">
Tan sólo se escucha el débil piar de los pájaros a lo lejos, refugiados entre todas esas hojas que los árboles les brindan como mejor escondite. Y aunque el canto resulta alegre, son inconscientes de que en la realidad que tienen bajo su mundo se luchan otro tipo de guerras, diferentes a las que ellos mantienen con esas escurridizas lombrices.</div>
<div style="text-align: justify;">
El piar se mezcla con su respiración cansada. Sentado en uno de esos escasos bancos repartidos por el recinto. Ese banco que, como si hubiese sido situado a posta, le permite observar desde una posición perfecta su lápida. Suenan unas pisadas en la distancia, mira el reloj. Es pronto todavía para que venga cualquier conocido a visitarla. Es pronto incluso para cualquier tipo de visita. Apenas la luz matinal, blanca y filtrada por una densa capa de nubes, le recuerda que ya es es la hora de comenzar la jornada laboral, aunque él, hoy, no lo haga.</div>
<div style="text-align: justify;">
Los pasos se acercan y su alarma se dispara cuando se detienen justo a su espalda. Quienquiera que fuese, espera paciente una respuesta, con las manos escondidas en los profundos bolsillos de su gabardina. Pero ya sabe quién es, y su única respuesta por el momento es un suspiro abatido que aborrece esa presencia no deseada. Que no se marcha, no dice nada, y sólo espera.</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
—¿Qué haces aquí? —pregunta con tono ahogado, sin siquiera devolverle la mirada a su interlocutor. A pesar de su estado abatido, intenta mantener la compostura.</div>
<div style="text-align: justify;">
—Siete.</div>
<div style="text-align: justify;">
—¿Siete qué? —esta vez sí gira su cabeza levemente, interesado por lo que tuviera que responder.</div>
<div style="text-align: justify;">
—Ya van siete. Siete años consecutivos en los que decides cogerte el día libre, precisamente hoy, y vienes a pasarlo aquí. Me fascina tu originalidad.</div>
<div style="text-align: justify;">
—¿Qué esperabas? —su tono era pesado, arrastraba las vocales mientras volvía a su pustura inicial, sin pretender siquiera volver a dirigirle la palabra.</div>
<div style="text-align: justify;">
—¿Puedo hacer algo por ti, Douglas? —dijo con condescendencia tras un largo silencio.</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
El silencio volvió a prolongarse. La tensión era palpable entre ambos, que dirigían casi inconscientemente la mirada hacia una lápida austera y sencilla en la que las letras grabadas casi se escondían tras una enredadera. Una G, una R... Una C, una K, una M...</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
—Es mi culpa.</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
Las palabras de Douglas sonaron compulgidas y dolieron allí hasta donde se escucharon. Bajó la cabeza en un gesto de desinhibición, de dejar de fingir esa aparente tranquilidad que hacía casi diez años que le faltaba.</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
—No fue tu culpa —su interlocutor se acercó, incluso amagó con sentarse junto a él, pero consideró que, al fin y al cabo, era un acercamiento innecesario y fuera de lugar.</div>
<div style="text-align: justify;">
—No, no decía eso. Quizá sí podría haberla salvado si hubiese estado con ella, o hubiera llegado antes. Pero eso ya lo he superado... No podría haber hecho gran cosa en ese momento —Douglas le miró fijamente, guardando una larga pausa tras la cual acabaron los dos, ahora sí, sentados el uno junto al otro—. Lo que es mi culpa es que el cabrón que la asesinó siga suelto, que siga vivo —su mirada, chispeante, llena de ira, de rabia, de violencia contenida, se perdió en el horizonte.</div>
<div style="text-align: justify;">
—El caso está cerrado, Douglas. Tampoco es tu culpa.</div>
<div style="text-align: justify;">
—¿Sabes cómo está, además de cerrado, Edmond? Sin resolver.</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
Sus miradas conectaron un instante, tiempo suficiente para que los ansiosos y relampagueantes ojos de Douglas se delataran.</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
—¿Estás hablando de venganza? —su tono variaba entre la verdadera sorpresa y el tono precavido y asustado, temeroso de una posible locura venidera— ¿Desde cuándo un agente del FBI de tu caché prefiere perder el tiempo en vengarse?</div>
<div style="text-align: justify;">
—Jamás llamaría a eso “perder el tiempo”. Y, es más, te diré una cosa que ya deberías de saber: cuando se trata de Grace no represento a nadie más que a mí mismo. Ni siquiera al FBI, ¿queda claro?</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
Edmond exhaló una gran bocanada de aire frío que heló su garganta. Asintió resignado justo antes de levantarse de nuevo con la intención de no perturbar más de la cuenta sus originales quehaceres del día.</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
—Mira, Douglas... Te aprecio de verdad. Si hay algo en lo que pueda ayudarte, no dudes en llamarme.</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
Una palmada en el hombro de Douglas les sirvió de despedida. Ya se estaba alejando cuando en un “ahora o nunca”, Douglas rompió el nuevo silencio.</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
—Edmond... Sé que te han ascendido. Enhorabuena.</div>
<div style="text-align: justify;">
—Gracias —una sonrisa orgullosa y, a la vez, modesta se dibujó en su rostro.</div>
<div style="text-align: justify;">
—Sí hay una cosa que te quiero pedir... —musitó cabizbajo y avergonzado.</div>
<div style="text-align: justify;">
—¡Adelante!</div>
<div style="text-align: justify;">
—Con tu nivel de seguridad, puedes acceder a cualquier tipo de archivo, ¿verdad? Tienes las claves, la identificación y esas cosas.</div>
<div style="text-align: justify;">
—Douglas, sé lo que me vas a pedir...</div>
<div style="text-align: justify;">
—Dijiste que si podías hacer algo por mí. Bien, sólo te pido esto. Es una operación sin riesgo. Nadie te va a preguntar ni decir nada. Y sabes que a mí me tienen prohibido acceder a los informes...</div>
<div style="text-align: justify;">
—No, no. No puedo hacer eso, hay una orden que te prohíbe ver cualquier informe relativo al caso de Grace. Te aprecio demasiado como para quebrantarla.</div>
<div style="text-align: justify;">
—Edmond, no te costaría ni cinco minutos hacerlo. Sólo necesitas la referencia del caso, cuando te lo entreguen ni siquiera verán a qué caso pertenece. Sólo verán un número. ¿Crees que podrás hacer eso por un viejo amigo?</div>
<div style="text-align: justify;">
<span class="Apple-tab-span" style="font-size: xx-small; white-space: pre;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
Eternos segundos distanciaron sus respuestas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
—Lo que creo es que deberías pasar página, Doug. ¿Hace cuánto que no sales, que no conoces gente nueva? Pasa página y deja de poner en peligro tu carrera, la mía... Y tu vida.</div>
<div style="text-align: justify;">
—¿Pero qué estás diciendo? ¿No acabas de decirme que me aprecias? ¡¿Dónde está el favor, entonces?!</div>
<div style="text-align: justify;">
—¡Por eso mismo no puedo hacerlo! Porque te aprecio, ¿cómo voy a dejar que sigas así, consumiendo tus días libres rodeado de lápidas sólo por mantener vivo su recuerdo?</div>
<div style="text-align: justify;">
—¿Sabes una cosa, Edmond? Hacía exactamente un año que no pisaba este lugar. ¡Un año! Así que no te atrevas a hablarme así. Ella no se lo merece, no se merecía nada de esto. Ya ni siquiera nadie viene a visitarla, y tú te atreves a incitarme a que la olvide.</div>
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—Douglas... Lo siento. No te estoy pidiendo que la olvides, sólo que pases página.</div>
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—Consígueme esos papeles y, te prometo, que no sólo pasaré de página, sino que cambiaré de libro. ¿Vas a ayudarme?</div>
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—No puedo...</div>
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—¿Sí o no? —dijo con esa agresividad que le hacía tan eficaz en la sala de interrogatorios.</div>
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—No —dijo Edmond resignado, y lo sintió como si se lo estuviera negando a sí mismo.</div>
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—Entonces, lo único que puedes hacer por mí es marcharte.<br />
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<a href="http://imaginaydesea.blogspot.com.es/" target="_blank">Yaiza.</a></div>
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Sangre en el tinterohttp://www.blogger.com/profile/09941903047670846134noreply@blogger.com3